Bueno José A.
Es uno de los trastornos más reconocidos, debido a su alta prevalencia en la población (el 29% según The National Comorbidity Survey-R, USA; 2005). Conforme estos datos, uno de cada cuatro personas tiene o tendrá un trastorno de ansiedad en algún momento de su vida.
La ansiedad es un conjunto de respuestas que engloba los siguientes componentes:
- Subjetivo-cognitivo: estado emocional desagradable, similar al miedo.
- Fisiológico-somático: aumento de la actividad del Sistema Nervioso Autónomo (SNA): taquicardia, sensación de ahogo, etc.
- Motor-conductural: provocando respuestas de escape o evitación, principalmente.
El conjunto de trastornos de ansiedad más frecuentes, y a los que este equipo dedica especial atención, son:
- Trastorno de pánico con o sin agorafobia
El trastorno de pánico se diagnostica cuando una persona describe varios episodios de ataque de pánico, cuyas consecuencias (en la funcionalidad del individuo) hayan persistido durante al menos un mes.
El ataque de pánico como tal se describe como una aparición brusca de miedo intenso acompañada de síntomatología fisiológica: palpitaciones, elevación de la frecuencia cardíaca, sudoración, temblores, sensación de ahogo o falta de aliento, sensación de atragantarse, opresión o malestar en el pecho, náuseas, inestabilidad, sensación de mareo o desmayo, escalofríos o sofocaciones. La persona suele pensar, además, que va a perder el control, a morir o a "volverse loca".
La naturaleza de los ataques de pánico apunta, actualmente, a un desajuste de raíz fisiológica y el tratamiento farmacológico es, generalmente, necesario.
La principal consecuencia de tales ataques es el temor a sufrirlos: el individuo entonces desarrolla ansiedad anticipatoria o el llamado "miedo al miedo" (fobofobia). En estos casos, el sujeto evita situaciones en las que es difícil escapar o recibir asistencia en el caso de un ataque. Ejemplos claros de evitación agorafóbica son:
- Estar solo, fuera o dentro de casa.
- Estar en lugares masificados: teatros, transportes públicos, centros comerciales, etc.
- Espacios cerrados.
- Conducir por autopistas.
- Atravesar un puente.
- Hacer cola.
- Estar sentado en una silla del dentista o de la peluquería.
Las personas que presentan este trastorno frecuentemente muestran sintomatología depresiva. Generalmente es secundaria al grado de malestar e incapacitación que genera el propio trastorno (restricciones en los desplazamientos, requerir ir siempre acompañado, consecuencias laborales graves, etc.).
El tratamiento psicológico para este cuadro consistiría en:
- Psicoeducación: conocimiento y reconocimiento de la ansiedad y su mecanismo de expresión clínica.
- Entrenamiento en técnicas de respiración e inervación vagal.
- Exposición a las situaciones temidas (entrenamiento progresivo).
- Reestructuración cognitiva.
- Trastorno de ansiedad generalizada (TAG)
Las personas que presentan este cuadro describen un sentimiento de ansiedad de carácter persistente, insidioso y generalizado. Existe una sensación permanente de tensión interna que provoca incapacidad para relajarse.
Los síntomas son cognitivos (elevada preocupación) y somáticos (inquietud, fatiga, dificultad para concentrarse, irritabilidad, tensión muscular y alteraciones del sueño).
Suele ir asociada a sintomatología depresiva, generalmente secundaria a la incapacidad funcional.
Los objetivos terapéuticos para el tratamiento del TAG son los siguientes:
- Psicoeducación: aprender a identificar las señales cognitivas, emocionales y fisiológicas de la ansiedad.
- Entrenamiento en solución de problemas (basados en la preocupación).
- Exposición de las situaciones temidas o que generan preocupación.
- Reevaluación de la preocupación y restructuración cognitiva.
- Trastornos fóbicos: fobia simple y fobia social
El término fobia (miedo, pavor) se emplea para denominar las reacciones de miedo intenso ante un estímulo (perro, lugar cerrado, etc.) que se acompañan de una conducta de evitación que es objetivamente desproporcionada. La persona es consciente de que su miedo y la reacción que le acompaña es excesiva e irracional.
Hay que tener en cuenta que las fobias presentan una prevalencia elevada en la población general pero que aluden a situaciones que son altamente improbables (por ejemplo, miedo a las tarántulas).
Las personas que presentan estas fobias pueden desarrollar respuestas de intensa ansiedad e, incluso, ataques de pánico.
Existen varios tipos de fobias que podemos resumir en dos grandes grupos:
- Fobias específicas o simples: en este caso el miedo está causado por una situación u objeto específico presente o anticipado por la persona. En este grupo se incluyen las fobias a animales (perros, pájaros, ratas, etc.), ambientales (espacios cerrados, abiertos, oscuros) y a la sangre.
- Fobia social: el miedo lo suscita la persona que se expone a desconocidos o a la evaluación o juicio de los demás, con temor a sufrir una situación embarazosa o ser humillado. Este miedo va desde situaciones específicos como comer o hablar en público, a generales (cualquier tipo de interacción social).
El tratamiento de las fobias responde, en líneas generales, a las siguientes técnicas:
- Exposición en vivo (más efectiva)
- Exposición en imaginación
- Reestructuración cognitiva
- Entrenamiento en habilidades sociales (especialmente en el caso de la fobia social)
Las obsesiones son pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y no deseados que causan niveles de ansiedad y malestar significativos. El que los padece trata de apartarlos de su mente, en general sin éxito.
Estas obsesiones generan en la mayoría de los casos una serie de rituales que pueden ser mentales o encubiertos (contar, rezar, etc); o conductuales o manifiestos (lavarse, abrir y cerrar una puerta, etc.), destinados a reducir dicho malestar.
En algún momento del curso del trastorno, la propia persona reconoce y critica que estas obsesiones y/o rituales que lo acompañan son excesivos o irracionales. Sin embargo, esta característica no se aplica en niños, y existen casos de especial gravedad en que los pacientes no valoran el grado de absurdidad de su acción, que es el denominado bajo "insight" (falta de conciencia de enfermedad).
Se calcula que el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) afectaría al 2.5% de la población española. Es probable que la prevalencia de esta enfermedad sea superior debido a dos motivos: primeramente, los pacientes tardan en solicitar ayuda, ya que al principio consideran que serán capaces de controlarlo por sí mismos y, en segundo lugar, se avergüenzan de sus síntomas.
El TOC posee además una comorbilidad frecuente, entre las que destacan: otros trastornos de ansiedad, aislamiento social y sintomatología depresiva que suele ser una consecuencia del malestar e interferencia funcional generada por el TOC.
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