La Miopía

Es el principal defecto visual en el mundo, especialmente en países asiáticos donde llega a afectar hasta un 90% de los jóvenes, como en el caso de Taiwán. En Europa la incidencia se da en 1 de cada 4 personas, y alcanza al 45% de la población con estudios superiores. En cuanto a la población infantil, los últimos estudios indican que se ha incrementado un 70% el número de niños que han desarrollado algún grado de miopía, poniendo a cada niño en situación de riesgo a largo plazo.

La miopía es un error refractivo en el que la visión de objetos lejanos es borrosa, pero clara para objetos cercanos, sin embargo, ¡no es solamente un problema de visión!

En el pasado se decía que la peor parte de la miopía era el uso de cristales cada vez más gruesos y la dependencia de las gafas.

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¡Ahora sabemos que hay mucho más por lo que preocuparse!


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Las gafas normales y las lentes de contacto pueden ayudar a corregir la visión borrosa que resulta de la miopía, pero no resuelven la causa real.

El principal problema de la miopía es que cualquier ojo miope tiene mayor riesgo de padecer otras patologías, como desprendimiento de retina, desprendimiento del vítreo y degeneración macular, entre otras.

Estudios recientes han confirmado que pacientes con miopías bajas (hasta 3,00 D) tienen cuatro veces más riesgo de padecer un desprendimiento de retina que una persona emétrope (0-cero-dioptrías) y este riesgo aumenta hasta diez veces más para las miopías altas. Es por ello que frenar la progresión de la miopía en su etapa temprana es lo más importante para prevenir una patología ocular que ponga en riesgo la visión.

Por todo esto, consideramos esencial prevenir su aparición y, en caso de que aparezca, hacer todo lo posible para que la miopía de nuestros hijos se mantenga lo más bajo posible.