Castro Domínguez Francisco
La arteritis de células gigantes (ACG), también conocida como enfermedad de Horton, es una enfermedad inflamatoria crónica de las arterias grandes, especialmente las arterias temporales, que suministran sangre a la cabeza y al cuello. Se presenta con mayor frecuencia en adultos mayores de 50 años y es más común en mujeres que en hombres.
La etiopatogenia de la arteritis de células gigantes no se conoce completamente, pero se cree que hay un componente genético y que también puede estar relacionada con la exposición a ciertos virus y bacterias. El sistema inmunológico del cuerpo parece estar involucrado en la inflamación de las arterias, lo que causa una estrechez o bloqueo del flujo sanguíneo.
Síntomas:
Los síntomas de la arteritis de células gigantes pueden incluir dolor de cabeza persistente, dolor en la mandíbula al masticar, visión borrosa o doble, pérdida de visión parcial o completa, fatiga y fiebre. El diagnóstico se basa en una combinación de hallazgos clínicos, como la edad del paciente, la presentación de síntomas característicos y la detección de una inflamación en la sangre, como la velocidad de sedimentación globular (VSG) y la proteína C-reactiva (PCR), y una biopsia de una arteria temporal que muestra signos de inflamación.
Tratamiento:
El tratamiento de la arteritis de células gigantes se basa en la administración temprana de corticosteroides, que reducen la inflamación en las arterias y evitan posibles complicaciones graves, como la pérdida de visión. El tratamiento se inicia en dosis altas y se reduce gradualmente a lo largo de varios meses. Los pacientes pueden requerir tratamiento a largo plazo con una dosis más baja de corticosteroides para prevenir la recurrencia de la enfermedad. También se utilizando otros medicamentos inmunosupresores, como metotrexato o tocilizumab. El tocilizumab es un anticuerpo monoclonal que se dirige contra el receptor de la interleucina-6 (IL-6) que se ha utilizado en el tratamiento de la arteritis de células gigantes en algunos pacientes que no toleran o no responden adecuadamente a los glucocorticoides. En estudios clínicos se ha demostrado que el tocilizumab es eficaz para reducir la inflamación y los síntomas de la enfermedad, y puede permitir una reducción más rápida de la dosis de glucocorticoides. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que su uso puede asociarse a algunos efectos adversos como infecciones.
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