Güell Roviralta Mª Antonia
Según el manual para el diagnóstico de los trastornos mentales DSM IV, quien tiene crisis de angustia (panic attack) presenta, de manera temporal y aislada, un miedo o malestar intenso, acompañado de cuatro (o más) de los siguientes síntomas, que se inicia bruscamente alcanzando su máxima expresión en los primeros 10 minutos:
- Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca.
- Sudoración.
- Temblores o sacudidas.
- Sensación de ahogo o falta de aliento.
- Sensación de atragantarse.
- Opresión o malestar torácico.
- Náuseas o molestias abdominales.
- Inestabilidad, mareo o desmayo.
- Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (sensación de estar fuera de uno mismo).
- Miedo a perder el control o volverse loco.
- Miedo a morir.
- Parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo).
- Escalofríos o sofocaciones.
Si estas crisis se repiten puede ocurrir que:
- a) El temor progresivo a que se repitan las crisis en el momento menos esperado mantiene a la persona en un estado de alerta, generando ansiedad antes de que aparezca ningún malestar o situación temida.
- b) Progresivamente la persona tiende a presentar ansiedad y miedo al encontrarse en lugares o situaciones donde salir puede resultar difícil (o embarazoso) o donde, en el caso de aparecer una crisis de angustia inesperada, puede no disponer de ayuda.
- c) Como consecuencia de este miedo, la persona evita las situaciones temidas, o las soporta con gran ansiedad o necesita estar acompañada.
Cuando este estado se produce, se desarrolla un trastorno al que denominamos agorafobia. La agorafobia puede presentarse en un 70%-80% de los pacientes con crisis de angustia. En los temores agorafóbicos se puede presentar lo que denominamos "Miedo al miedo", es decir, miedo a los síntomas de la ansiedad basado en la creencia de que pueden tener consecuencias nocivas para la persona: desmayarse, infarto, etc.
El padecer crisis de angustia, con o sin agorafobia, comporta consecuencias importantes en la vida de las personas que las sufren. Algunos ejemplos de ellas son:
- Depresión en un 50%-65% de las personas que sufren crisis de angustia y otros trastornos de ansiedad, como el Trastorno de Ansiedad Generalizada (25%).
- Utilización de alcohol o automedicación para tratar la ansiedad.
- Problemas en las relaciones sociales, familiares o laborales.
- Problemas laborales y económicos, ya que en ocasiones la persona no puede llegar hasta el lugar de trabajo o tiene que salir durante el horario laboral por presentar una crisis.
- Desmoralización y baja autoestima, ya que la persona atribuye el problema a una falta de fortaleza o valor.
¿Cuántas personas sufren crisis de angustia?
Los estudios señalan que las Crisis de Angustia afectan aproximadamente a un 1,5 – 3,5% de la población general, siendo más prevalentes en mujeres que en hombres (2-3 mujeres por cada hombre).
Las Crisis de Angustia son consideradas un problema de salud pública, debido al elevado número de personas que las sufren, la improbabilidad de que desaparezca el problema de forma espontánea, la aparición de otros problemas como alcoholismo, abuso de drogas o depresión y las importantes consecuencias en la calidad de vida de las personas que sufren este trastorno.
¿Cómo se tratan estas crisis?
El tratamiento de elección para este trastorno es la combinación de psicofármacos y tratamiento psicológico de orientación cognitivo-conductual. Esta combinación permite mejorar la eficacia del tratamiento.
- El tratamiento psicológico de orientación cognitivo conductual está compuesto por diferentes estrategias terapéuticas. Las más importantes para el tratamiento de las Crisis de Angustia y la Agorafobia son la psicoeducación, la exposición a los síntomas- sensaciones internas temidas (Exposición Interoceptiva) y la exposición a las situaciones temidas (Exposición "en vivo"), así como la reestructuración cognitiva. Además, el aprendizaje de algunas técnicas adicionales para el manejo de la ansiedad, como por ejemplo el entrenamiento en respiración diafragmática, complementa a las técnicas de exposición.
- La Psicoeducación proporciona al paciente un modelo explicativo de las crisis de angustia y la agorafobia, aportando información general sobre el trastorno y ayudando a entender los mecanismos que facilitan el mantenimiento de la sintomatología en cada caso concreto. También explica cuales son las estrategias terapéuticas más adecuadas y la manera en que éstas se aplicarán en el tratamiento.
- La exposición "en vivo" y la exposición interoceptiva (a las sensaciones corporales). La exposición "en vivo" consiste en afrontar gradual y progresivamente las situaciones temidas, permaneciendo en ellas hasta que la ansiedad se reduce. Se realiza una jerarquía de situaciones temidas a las que la persona se va enfrentando gradualmente. La exposición interoceptiva consiste en afrontar las sensaciones corporales que se relacionan con las crisis de angustia y que con frecuencia generan una elevada ansiedad anticipatoria. La exposición comporta afrontar la eliminación progresiva de las conductas de seguridad, como por ejemplo el no alejarse del lugar donde se tiene el coche aparcado o llevar la medicación en el bolsillo. Como ya se ha comentado, para facilitar la exposición se aportan al paciente estrategias adicionales, tanto fisiológicas como cognitivas, para el manejo de la ansiedad.
- Reestructuración cognitiva. Esta estrategia está focalizada en identificar y tomar conciencia de las interpretaciones catastrofistas sobre las propias sensaciones corporales, las cuales son percibidas como peligrosas, amenazantes y/o dañinas. Una vez identificadas, se analiza, conjuntamente con el paciente, su irracionalidad, el papel que juegan en el mantenimiento del miedo y como contribuyen a dar una respuesta desadaptativa a las situaciones-sensaciones temidas. Para poner a prueba las creencias disfuncionales se realizan experimentos conductuales y se eliminan las conductas de búsqueda de seguridad.
Matí | Tarda | |
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