Garcés Gatnau Joan Ramón
Probablemente este libro no existiría sin la moda del bronceado, sin la percepción que identifica "estar moreno" con un aspecto más saludable, agradable e incluso atractivo. De otra manera no se explica cómo los humanos de piel blanca insistimos en tumbarnos al sol precisamente cuando más calienta y durante los meses de más calor, envejeciendo prematuramente nuestra piel e incrementando la incidencia del cáncer cutáneo día tras día hasta convertirlo en la actualidad en el tumor maligno más frecuente de todos. Es la esperanza del ansiado bronceado lo que nos permite sufrir incluso con orgullo un rojo intenso y doloroso que esperamos y deseamos se convierta en el ansiado color que provoca comentarios de admiración o envidia, pero en definitiva de aceptación social.
De no existir esta tendencia estética, las cabinas de rayos UVA se utilizarían únicamente para tratamientos dermatológicos, de alteraciones cutáneas como la psoriasis, entre otras. Los filtros solares servirían para proteger la piel descubierta de las personas que, por motivos diversos, no tuvieran más remedio que estar bajo el sol y no como excusa para estar más tiempo "tostándose" sin quemarse, lo que se conoce equivocadamente como el "bronceado seguro". También es cierto que el cáncer de piel disminuiría de manera significativa, así como el deterioro cutáneo, las manchas, las arrugas y todo el negocio montado alrededor. Ampliamente conocida es la relación directa existente entre estas alteraciones cutáneas y el exceso de radiación solar.
Las diferentes campañas de concienciación sanitarias insisten año tras año en explicar la evidencia de esta relación. ¿Por qué fracasan? Si lo comparamos con el hábito de fumar veremos que en este caso se están consiguiendo avances notables de manera objetiva en respuesta a cada una de las campañas iniciadas. ¿Es menos adictiva la nicotina que tomar el sol? ¿Es más fácil dejar de fumar que dejar de broncearse? Por supuesto que no, pero socialmente está mucho más aceptado no fumar que tener "mala cara" o "estar pálido". Dicho de otra manera, el "aspecto saludable" se premia de la misma manera que "dejar de fumar". Pero ¿la radiación solar es realmente comparable al humo del tabaco? No, puesto que el humo del tabaco es siempre perjudicial y la radiación solar es nada menos que necesaria, imprescindible, para la existencia de la vida. En este caso, el eslogan envenenado que tabacalera española promocionó hace unos años: "fume menos, sabe mejor", funcionaría para los hábitos de exposición solar. La importancia radica principalmente en qué significa concretamente "menos" y cuándo la podemos catalogar de "demasiado".
Lo más parecido al sol es el vino. Cuando tengo que explicar a mis pacientes la cantidad, cómo y cuándo deben tomar el sol, les suelo poner el símil del vino. Beber un poco de vino durante las comidas es bueno, recomendable. Beber demasiado en poco tiempo emborracha y beber más de lo recomendable durante mucho tiempo puede no emborrachar, pero destroza el hígado y produce otros efectos colaterales graves. Se puede afirmar que quien se emborracha a menudo durante cierto tiempo accede antes a la fase de cambios irreversibles. La borrachera solar sería la quemadura, el enrojecimiento agudo, intenso, que casi todos hemos padecido alguna vez; y los efectos a largo plazo, las manchas, las arrugas y el cáncer de piel.
El objetivo de este libro es aportar información suficiente, de manera inteligible, para que cada lector pueda aprender según sus circunstancias individuales (tipo de piel, antecedentes personales o familiares, etc.) a tener un sentido común solar que le permita vivir plenamente. En este sentido se revisará el espectro de la radiación solar, sus beneficios, la absorción de vitamina D, su relación con la mineralización de los huesos, la capa de ozono, el ozono bueno, el malo, etc. Explicaremos qué son la luz ultravioleta, los UVA y los UVB, así como los filtros solares, qué protección aportan, qué tipos hay, cómo se aplican, cuándo y por qué.
Ésta es la historia de un contacto, de una relación inevitable: la de los rayos solares con la piel. Como todos los enlaces, consta de dos elementos, un encuentro y unas consecuencias. En los siguientes capítulos vamos a conocer más detalladamente las dos partes implicadas: la radiación solar y nuestra querida piel. Posteriormente nos dedicaremos a su interacción y a lo que podemos esperar de esta relación, las cosas buenas, las no tan buenas y las malas. Finalmente nos centraremos en las medidas que hay que adoptar para que la relación prospere y podamos obtener de ella los máximos beneficios con el menor perjuicio, siempre utilizando el sentido común.
La edición de este libro incluye diecisiete láminas a color del insige artista chileno Fernando Krahn. Poseedor de una larga y reconocida trayectoria internacional en publicaciones, diarios y revistas, es autor de más de cuarenta libros publicados en EE.UU., España, Venezuela y Chile.
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