Servicio de Aparato Digestivo
¿Qué son las hemorroides?
Las hemorroides son un componente normal de nuestro organismo, formadas por un conjunto de vasos sanguíneos, fibras musculares y tejido de sostén que rodea al canal anal. Actúan a modo de almohadilla contribuyendo a la continencia del ano. Habitualmente se denomina enfermedad hemorroidal o "hemorroides" a la situación patológica en la que el tejido hemorroidal se dilata y/o protruye al exterior del ano, provocando molestias. Se distinguen dos tipos, las hemorroides externas y las internas (originadas dentro del canal del ano). Las hemorroides internas de clasifican en cuatro grados (desde el grado I en que no protruyen a través del ano hasta el grado IV en que están permanentemente fuera del ano, sin poder reintroducirlas).
¿Cuál es su causa?
No se conoce con certeza la causa concreta de las hemorroides. Clásicamente se consideraban algunos factores predisponentes como el estreñimiento, la diarrea, la dieta pobre en fibra, la obesidad, el sedentarismo, el aumento de presión dentro del abdomen, factores hereditarios, etc… pero los estudios epidemiológicos no han demostrado una clara asociación con estos factores y la causa probablemente sea diferente para cada paciente.
Las hemorroides externas no suelen provocar síntomas a menos que se forme un coágulo en su interior (trombosis), apareciendo entonces un dolor anal agudo asociado a un bulto palpable alrededor del ano. A veces, un colgajo cutáneo (tejido residual que puede quedar tras la resolución de la trombosis) dificulta la higiene, con la consiguiente irritación y escozor asociado. Otras veces, pueden sangrar como consecuencia mecánica del roce.
Las hemorroides internas pueden producir un sangrado rojo brillante al final de la deposición o al limpiarse, picor en el ano, sensación de peso anal o molestias derivadas del prolapso hemorroidal (protrusión de la hemorroide a través del ano). La trombosis de la hemorroide interna es mucho menos frecuente y provoca un intenso dolor anal.
Dado que otras enfermedades pueden dar los mismos o parecidos síntomas, es obligado consultar a un especialista. Se debe realizar una exploración anorrectal para confirmar la existencia de las hemorroides y descartar patologías asociadas (fisura anal, condilomas, etc…). En la mayoría de los casos será preciso practicar una endoscopia para excluir otras causas de sangrado o dolor anal, en especial los tumores rectales (pólipos benignos, cáncer de recto) o enfermedades inflamatorias del intestino (enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa).
Debe instaurarse un tratamiento dietético consistente en ingerir una cantidad mínima de fibra (verdura, fruta, cereales o suplementos de fibra como el Plantago ovata si el consumo de fibra en la dieta es insuficiente) y líquidos en cantidad suficiente (al menos litro y medio de agua al día). Los baños de asiento con agua templada-fría (2-3 veces / día) alivian la sensación de escozor e inflamación local. Se debe procurar una higiene adecuada, así como evitar la ropa interior ajustada y el uso de papel higiénico (utilizar toallitas para hemorroides o lavado con agua y posterior secado de la zona para evitar la maceración).
El tratamiento tópico con los diferentes preparados comerciales disminuye los síntomas en los casos de reagudización pero no cura la enfermedad hemorroidal. Las pomadas con corticoides deben utilizarse durante un máximo de 7-10 días ya que su uso continuado puede provocar irritación y atrofia anal, induciendo picor y lesiones por rascado secundarias. Existen pomadas sin corticoides (que incluyen anestésicos tópicos, vasoconstrictores o antiespasmódicos) que pueden usarse con más asiduidad. Las sustancias venotónicas también pueden contribuir a mejorar los síntomas.
Cuando los síntomas persisten a pesar de las medidas higiénico-dietéticas y del tratamiento tópico o cuando aparecen complicaciones. En general, los pacientes con hemorroides externas no suelen precisar tratamiento quirúrgico, salvo cuando se produce una trombosis, en cuyo caso puede realizarse la extracción del trombo bajo anestesia local dentro de las primeras 48 horas. En cuanto a las hemorroides internas, es adecuado emplear técnicas poco invasivas para los grados leves (I y II). La hemorroidectomía (eliminación quirúrgica del tejido hemorroidal) se reserva para los grados graves (III y IV) o en caso de fracaso de las técnicas poco invasivas.
Técnicas de cirugía mínimamente invasiva
Existe un conjunto de técnicas que, realizadas en varias sesiones en la propia consulta médica, consiguen la resolución de las hemorroides de menor grado con escasas molestias. Estos procedimientos incluyen, entre otros, la ligadura con bandas elásticas, la inyección de sustancias esclerosantes, la coagulación – ya sea diatermia bipolar, electroterapia directa o fotocoagulación infrarroja – o la desarterialización hemorroidal transanal.
Hemorroidectomía
En los casos graves (grados III y IV) se suele recurrir a la hemorroidectomía convencional abierta o cerrada. La tasa de éxito es muy elevada y las recurrencias escasas pero el dolor postoperatorio, aunque tratable, sigue siendo un factor a tener en cuenta. Recientemente se han introducido otras técnicas que minimizan el dolor, tales como la hemorroidopexia circular grapada.
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