Servicio de Aparato Digestivo
Es muy frecuente que los pacientes relacionen determinados síntomas con la ingesta de algunos alimentos. Este hecho puede deberse a diversos motivos: en algunas ocasiones es la consecuencia de una auténtica alergia alimentaria, en otras es debida a una malabsorción de ciertos carbohidratos, en muchos casos se trata de una intolerancia a determinados alimentos, y – a menudo - sólo es fruto de la casualidad.
A este respecto hay que recordar que se define como alergia alimentaria la respuesta inmunológica inducida por las proteínas de algunos alimentos. Se distingue de la intolerancia alimentaria (que es mucho más frecuente) porque ésta es una reacción no inmunológica producida por los constituyentes de algunos alimentos como las toxinas o agentes farmacológicos (por ejemplo la cafeína). Por otro lado, la malabsorción es el defecto de la absorción de los nutrientes desde la luz intestinal hasta la linfa o la sangre, y el término maldigestión se reserva para los casos en que la absorción intestinal se halla alterada como consecuencia del déficit de determinados fermentos digestivos.
La temida lactosa
La malabsorción de lactosa se produce por la deficiencia de lactasa en la mucosa intestinal, y puede ser congénita o adquirida. Es importante recordar que existe una mala correlación entre el déficit de lactasa y las manifestaciones clínicas. Existen importantes diferencias raciales en cuanto a su incidencia. Así, en adultos de raza blanca del norte de Europa es del 5%, en España del 15-30%, y en los americanos de raza negra, bantúes y razas orientales del 60-90%.
Otros azúcares: fructosa y sorbitol
El sorbitol y la fructosa son azúcares que se encuentran presentes - en distintas proporciones - en la fruta y también se utilizan como edulcorantes de bebidas, mermeladas, productos dietéticos y para diabéticos. Grandes cantidades de sorbitol provocan diarrea incluso en sujetos sanos.
Diagnóstico
Para establecer que alimentos producen una alergia alimentaria es necesario hacer análisis de sangre específicos y, frecuentemente, pruebas de provocación en la piel.
No hay ninguna prueba que sea verdaderamente útil para establecer las intolerancias alimentarias ("qué alimentos sientan mal"). No hay datos científicos suficientes que demuestren que los análisis en sangre para inmunoglubulina G (IgG) son útiles.
La prueba más eficaz y sencilla para el diagnóstico de malabsorción alimentaria es el test del aliento. Consiste en obtener muestras de aire espirado (soplando) tras la administración de una cantidad conocida del hidrato de carbono a estudiar (lactosa, fructosa, sorbitol, etc.).
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