Bueno José A.
El uso del término estrés se ha popularizado sin que la mayoría de las personas tengan claro en qué consiste. En realidad, el estrés es una respuesta natural y necesaria para la supervivencia, aunque hoy en día se confunde con una patología. Esta confusión se debe a que este mecanismo de defensa puede acabar, bajo determinadas circunstancias que abundan en ciertos modos de vida, desencadenando problemas de salud graves.
En su acepción original, el término estrés, del inglés stress, se definió como el punto inmediatamente anterior de ruptura antes de ser sometido a dos fuerzas contrapuestas.
Un claro ejemplo sería que las personas sufrimos dificultades a la hora de adaptarnos a una nueva situación; de manera mucho más acusada, si la situación es en sí estresante (por ejemplo, divorcio, muerte de un cónyuge, etc.).
Síndrome General de Adaptación
Hans Selye, quien concibió este síndrome, no hizo uso del término estrés. En su lugar, lo describió como el Síndrome General de Adaptación, que constaría de tres estadios:
- Reacción de alarma, cuando el cuerpo detecta el estímulo externo.
- Adaptación, cuando el cuerpo toma contramedidas defensivas hacia el agresor.
- Agotamiento, cuando comienzan a agotarse las defensas.
¿A qué nivel nos afecta el estrés?
Cuando las personas entramos en la fase del agotamiento, el estrés nos puede afectar en 3 niveles:
- Psicológico: preocupación por pequeñas cosas, ansiedad, inseguridad, dificultad para tomar decisiones y para concentrarse, pensamientos negativos sobre uno mismo, los otros y el futuro, temor a la pérdida de control, irritabilidad y tristeza.
- Fisiológico: elevación de la tensión arterial, aumento del ritmo cardíaco, elevación del colesterol sanguíneo, cefaleas, lumbalgias, dificultades respiratorias, síntomas gastrointestinales y síntomas dermatológicos.
- Comportamental: bajo rendimiento, tabaquismo y/o abuso de otras drogas (alcohol, cocaína, etc.), absentismo, malas relaciones interpersonales, alteraciones en la alimentación, problemas sexuales.
En la década de los 60, dos cardiólogos, Rosenman y Friedman, del hospital Monte Sinaí (San Francisco, California) describieron un estilo de comportamiento que llamaron patrón de conducta tipo A, y determinaron que constituye un factor de riesgo para la cardiopatía isquémica. Estas personas tienen 2,5 veces más probabilidades de presentar angina de pecho o infarto de miocardio y se caracterizan por dar respuestas no adaptativas cuando se han de afrontar situaciones estresantes. Ejemplos de tales rasgos son:
- Alta competitividad.
- Baja tolerancia a situaciones de espera.
- Tendencia a sobrecargarse de trabajo.
- Hostilidad.
- Necesidad de control.
- Conducta polifásica: llevar a cabo más de una tarea a tiempo.
- Dificultad en decir que no.
El actual estilo de vida, que exige una constante demanda de cambios, además de una frecuente presión económica, ha generado una cultura de "impaciencia" dónde las respuestas y los beneficios han de ser inmediatos.
Intervención psicológica
La intervención psicológica para el tratamiento del estrés se establece en tomar conciencia de los propios límites, desarrollar estrategias adecuadas de afrontamiento, técnicas de solución de problemas, relajación, así como entrenamiento en habilidades sociales.
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