Bardají Bofill Manel
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¿Por qué se tienen ardores?
Aunque en el estómago hay una gran cantidad de ácido (ácido clorhídrico), lo normal es que no produzcan molestias porque sus paredes están preparadas para soportarlo. Sin embargo, cuando el ácido sube del estómago al esófago se tiene la sensación de ardor (y a veces de dolor) porque las paredes del esófago son más sensibles. Por tanto, en la mayoría de los casos, el ardor se debe al paso del ácido desde el estómago hacia el esófago. Esto es lo que se llama "reflujo gastroesofágico" ("reflujo" de fluir hacia atrás y "gastroesofágico" indicando la dirección de estómago (gastro) a esófago.
¿Por qué a veces los ardores se tienen en "la boca del estómago" y otras veces suben por el pecho?
La localización de la sensación de ardor depende de si el ácido sube más o menos por el esófago: si sube poco el ardor se puede notar en lo que vulgarmente se llama "la boca del estómago", que en realidad corresponde a la unión del esófago con el estómago; si el ácido sube más, la sensación de ardor puede llegar incluso hasta el cuello.
¿Por qué se produce el reflujo gastroesofágico?
Lo normal es que el ácido esté en el estómago y no suba hacia el esófago. Para ello existe una válvula (cardias) que permite que los alimentos pasen desde el esófago al estómago pero impide que el ácido, y los propios alimentos, retrocedan (refluyan). En determinadas ocasiones esta válvula falla (su fuerza disminuye) y entonces se produce reflujo gastroesofágico.
¿Es lo mismo la hernia de hiato que el reflujo gastroesofágico?
No es lo mismo, aunque en algunas ocasiones pueden coincidir. Además, muchos médicos dicen que un paciente tiene hernia de hiato cuando, en realidad, tiene reflujo de ácido desde el estómago al esófago. En realidad, la hernia de hiato consiste en que una parte del estómago sube (se desliza) desde el abdomen al tórax. Mucha gente tiene hernia de hiato y no tiene reflujo, aunque puede favorecerlo.
¿Es normal tener ardores?
Tener ardores no es normal, aunque todos podemos tenerlos alguna vez, especialmente si hemos comido o bebido en exceso o tras ciertas comidas fuertes. La importancia de los ardores depende de si aparecen con frecuencia o son intensos. La presencia frecuente de ardores debe ser motivo de que el paciente acuda al médico, no porque sea algo peligroso sino porque existen excelentes tratamientos para evitarlos. En otras ocasiones el reflujo gastroesofágico puede producir otros síntomas. Entre ellos destaca la regurgitación ("vuelve a la boca") los alimentos ya deglutidos o líquido del estómago. La dificultad para tragar, el dolor en el pecho, la irritación de la garganta e incluso la tos pueden ser causadas por el reflujo de ácido desde el estómago al esófago.
¿Hay que hacer pruebas para diagnosticar esta enfermedad?
En la mayoría de los casos el médico puede hacer el diagnóstico de reflujo gastroesofágico tan sólo conociendo las molestias del paciente. No obstante, en ciertas ocasiones es necesario visualizar el esófago por dentro para ver si existe inflamación y conocer su intensidad. Ello es debido a que no existe una buena correlación entre los síntomas que refiere el paciente y el grado de daño producido en el esófago. La mejor prueba para este objetivo es la endoscopia (la visión directa del esófago mediante una sonda que se introduce por boca) . Más raramente es preciso medir la cantidad de ácido que refluye; para ello se utiliza un sonda muy delgada que se introduce por la nariz (pHmetría 24h)
¿Cuáles son la cosas que favorecen los ardores?
El reflujo gastroesofágico, y por tanto los ardores, se ven favorecidos por diversas circunstancias. Es más frecuente que se produzca al tumbarse o cuando uno se inclina hacia delante. También se relaciona conciertas comidas y bebidas como el chocolate, el café, la menta, el alcohol o los alimentos grasos. Asimismo, ciertos medicamentos pueden favorecer el reflujo. Por último, es normal que durante el embarazo se produzcan ardores.
¿Cuál es el tratamiento del reflujo gastroesofágico?
El tipo de tratamiento dependerá de la intensidad y frecuencia de las molestias. Si aparecen de forma esporádica será suficiente con la toma de antiácidos cuando aparezca el ardor (ej.: Almax, Gelodrox, Bemolan, etc.). Cuando los síntomas son más frecuentes es preferible disminuir la cantidad de ácido que se produce en el estómago. Para ello hay muchos medicamentos, unos menos potentes (ej.:ranitidina, famotidina) y otros más potentes (ej.: omeprazol, lansoprazol, pantoprazol). En general son eficaces y apenas tienen efectos adversos.
¿Durante cuanto tiempo debe tomarse la medicación?
El problema del reflujo gastroesofágico es que, en bastantes casos, es crónico; es decir, cuando se deja de tomar la medicación los síntomas reaparecen. Por eso, un gran número de pacientes tienen que hacer el tratamiento durante mucho tiempo, incluso durante toda la vida.
¿Se opera esta enfermedad?
Sí, el reflujo gastroesofágico puede operarse. La cirugía se suele realizar en los casos graves, o cuando los pacientes no quieren tomar medicinas durante mucho tiempo.
El tratamiento quirúrgico tiene como objetivo reconstruir una barrera antirreflujo. La técnica quirúrgica más ampliamente aceptada es la funduplicatura, que consiste en reforzar la función del cardias, arropando la parte superior del estómago alrededor de la porción inferior del esófago. El abordaje de la intervención quirúrgica en principio es por laparoscopia. Actualmente, las indicaciones de la cirugía son el fracaso de la medicación (recurrencias frecuentes, intolerancia al tratamiento farmacológico) y/o el deseo expreso del paciente.
Se acepta que la funduplicatura obtiene los mejores resultados a largo plazo, y por ello es la técnica preferida. Las funduplicaturas totales y las parciales , en ensayos no controlados, obtienen resultados positivos, con un porcentaje de éxito próximo al 90% a 10 años, en el control de los síntomas de la ERGE, exposición al ácido y ausencia de lesiones endoscópicas .
Aunque no existe suficiente información acerca de los beneficios a largo plazo del tratamiento quirúrgico comparado con el médico, en pacientes con esofagitis, los datos preliminares apuntan hacia una efectividad similar . En un ensayo aleatorizado en pacientes con ERGE y esofagitis se comparó el tratamiento médico a largo plazo con IBP (omeprazol) frente a la cirugía antirreflujo practicada por vía convencional. Los resultados a 3 años y a 5 años mostraron una efectividad y un impacto favorable sobre la calidad de vida ligeramente superiores para la cirugía, pero similares si se ajustaba la dosis de omeprazol hasta 40-60 mg/día. Recientemente, un estudio ha aportado resultados a largo plazo (12 años), concluyendo que ambos previenen de manera similar la estenosis y el adenocarcinoma de esófago. Una gran parte de los pacientes de este estudio, todos con ERGE grave, continuaban necesitando tratamiento médico 10 años después (62% de los sometidos al tratamiento quirúrgico y 92% de los del grupo de tratamiento médico).
La mortalidad operatoria es generalmente inferior al 0,5%, y no está relacionada con el tipo de intervención realizada. El riesgo de someterse a este tipo de intervención quirúrgica es mayor que el de presentar un adenocarcinoma esofágico, incluso en la población de alto riesgo .
La morbilidad global de grupos con amplia experiencia en este tipo de intervenciones es cercana al 5%, incluyendo complicaciones médicas y quirúrgicas , y los síntomas referidos por los pacientes después de la corrección quirúrgica son escasos, pero de diversa índole (disfagia, imposibilidad de eructar (gas-bloat syndrome), imposibilidad de vomitar, plenitud postprandial, saciedad precoz, dolores abdominales o torácicos y aerofagia o incremento del meteorismo). La cirugía antirreflujo es una alternativa terapéutica comparable en eficacia al tratamiento farmacológico del paciente con ERGE, con la ventaja de solucionar el problema de manera definitiva y evitar al paciente que tenga que tomar medicación toda su vida.
Es necesario personalizar la opción del tratamiento quirúrgico e informar al paciente de su existencia y de sus beneficios y riesgos. En general, el contexto, la experiencia del equipo quirúrgico y las preferencias del paciente ejercen un papel muy relevante
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