Güell Roviralta Mª Antonia
Quien tiene crisis de angustia presenta, de manera temporal y aislada, un miedo o malestar intenso, que se inicia bruscamente alcanzando su máxima expresión en los primeros 10 minutos y va acompaña de algunos de los siguientes síntomas:
- Palpitaciones, sacudidas o elevación de la frecuencia cardíaca.
- Sudoración.
- Temblor.
- Sensación de ahogo o falta de aliento.
- Dificultad para tragar o sensación de atragantarse.
- Opresión o malestar torácico.
- Náuseas o molestias abdominales.
- Inestabilidad, mareo o sensación de desmayo.
- Sensación de irrealidad o despersonalización (sensación de estar fuera de uno mismo).
- Miedo a perder el control o volverse loco.
- Miedo a morir.
- Parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo).
- Escalofríos o sofocaciones.
Si estas crisis se repiten puede ocurrir que:
El temor a que se repitan las crisis mantiene a la persona en un estado de alerta, de ansiedad anticipatoria ante la posibilidad de encontrarse en situaciones donde no pueda escapar fácilmente, o no pueda disponer de asistencia rápida. Como consecuencia de ello, la persona tiende a evitar las situaciones temidas. El 70-80% de los pacientes con crisis de angustia que no se tratan, pueden desarrollar un trastorno al que denominamos agorafobia. En la agorafobia se puede presentar el "Miedo al miedo", es decir, miedo a los síntomas de la ansiedad basado en la creencia de que pueden tener consecuencias nocivas para su persona, como un desmayo, un infarto, o una conducta inadecuada.
Las Crisis de Angustia afectan aproximadamente a un 1,5 – 3,5% de la población general, siendo más prevalentes en mujeres.
Son consideradas un problema de salud pública, debido a su frecuencia, a la improbabilidad de que desaparezcan de forma espontánea, la frecuente caída en depresión y la importante limitación vital que acarrean, además de los problemas secundarios como el abuso de alcohol o la auto-medicación frecuentes en estas personas.
Tratamiento
El tratamiento de elección para este trastorno es el tratamiento psicológico de orientación cognitivo-conductual. En los casos complicados o de muy larga evolución, se combina habitualmente con tratamiento psicofarmacológico.
El tratamiento psicológico de orientación cognitivo conductual está compuesto por diferentes estrategias terapéuticas. Las más importantes para el tratamiento de las Crisis de Angustia y la Agorafobia son la psicoeducación, la exposición gradual a las sensaciones internas (Exposición Interoceptiva) y la exposición progresiva a las situaciones temidas (Exposición "en vivo"), así como la reestructuración cognitiva, en la que se aprende a interpretar objetivamente los síntomas. Además del aprendizaje de técnicas adicionales para el manejo de la ansiedad, como por ejemplo el entrenamiento en respiración diafragmática, y la eliminación progresiva de las conductas de seguridad que se adoptan, como por ejemplo llevar la medicación en el bolsillo.
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