Espasmos del llanto
¿Qué son los espasmos del llanto?
Los llamados "espasmos del llanto" o "espasmos del sollozo", son cuadros que se presentan en algunos niños, de forma esporádica o recurrente y que se desencadenan ante circunstancias que producen llanto (un susto, una situación inesperada, un dolor repentino o incluso una contradicción o negación por parte de los padres). Están precedidos de una espiración alargada y se asocian con una apnea (falta de respiración) que se acompaña de palidez cutánea o cianosis, ocasionalmente pueden producir hipotonía o pérdida de conocimiento transitoria. Estos episodios son involuntarios y ocurren en niños por otra parte sanos.
A pesar de lo aparatoso del cuadro, el organismo tiene mecanismos de protección y la respiración se reanuda de manera espontánea al cabo de unos segundos (habitualmente menos de 1 minuto) sin necesidad de llevar a cabo ningún tipo de maniobra y el niño se recupera completamente en unos instantes. Los padres tardan algo más en recuperarse de la situación vivida.
Estos espasmos ocurren en aproximadamente un 5% de los niños sanos y habitualmente no suelen aparecer antes de los 15-18 meses ni después de los 7 años de edad.
- ¿Por qué se producen los espasmos de llanto?
La causa de los espasmos no se conoce con certeza. Existe una predisposición personal ligada a la inmadurez emocional y parece probable que se deban a alteraciones funcionales de las áreas involucradas en el control respiratorio.
Se ha encontrado en gran número de casos una relación entre la ferropenia (déficit de hierro) y los espasmos del llanto recurrentes, estos niños mejoran tras la administración de preparados de hierro.
- ¿Pueden tener alguna consecuencia para el niño?
Los espasmos no producen ningún daño inmediato ni tardío al niño. Tampoco tienen relación alguna con el síndrome de la muerte súbita del lactante.
- ¿Qué hay que hacer ante un espasmo del sollozo?
Lo más importante es mantener la calma. Recordar que aunque lo parezca la vida del niño no corre peligro alguno.
Los espasmos tienen una naturaleza benigna y se resuelven sin complicaciones en unos segundos, por lo que no habrá que llevar a cabo ninguna maniobra de resucitación que podría conllevar, por sí misma, un riesgo mayor de lesiones. Evitar los zarandeos u otras maniobras violentas que podrían comportar lesiones. Soplar una o varias veces de forma seca e intensa sobre la cara del niño ayuda a revertir la situación rápidamente en la mayoría de los casos.
Si los espasmos se producen de forma recurrente es conveniente consultar con el Pediatra a fin de que efectúe un diagnóstico clínico correcto y una analítica que incluya un perfil del metabolismo férrico.
Un diagnóstico clínico correcto y aconsejar correctamente a los padres evitará someter al niño a múltiples pruebas complementarias y evitar el peregrinaje por varios especialistas.