Salud cardiovascular y rendimiento deportivo
La adopción de hábitos de vida activos y saludables resulta fundamental para mantener un adecuado estado de salud y evitar la aparición de la enfermedad cardiovascular, que representa la primera causa de mortalidad en todo el mundo e impacta significativamente sobre la calidad de vida de las personas que la padecen. Se ha calculado que hasta un 10% de todas las muertes prematuras que suceden son debidas al sedentarismo, y de acuerdo a la Oficina Europea de Estadística, más de un 80% de adolescentes y un 65% de adultos mantiene un estilo de vida sedentario.
Beneficios de la actividad física para la salud cardiovascular
La actividad física constituye uno de los pilares fundamentales para promover la salud cardiovascular y mantener una vida activa y sana. El ejercicio físico se define como la práctica de una serie de movimientos corporales coordinados que generan un consumo de energía. Realizado de forma regular y planificada, busca alcanzar mejorías importantes tanto en la condición física como en el rendimiento deportivo.
Para ello, es necesario elegir adecuadamente el tipo de ejercicio que se quiere realizar, su intensidad y frecuencia, basándose en un enfoque personalizado según las características propias de cada persona, su aptitud física basal y los objetivos a conseguir. El ejercicio físico puede clasificarse en:
- Aeróbico: el movimiento de grandes grupos musculares con el aumento consiguiente de la frecuencia cardíaca y respiratoria (como por ejemplo natación, ciclismo, jardinería)
- De resistencia:involucra ejercicios de fuerza muscular para incrementar la resistencia (levantamiento de pesas, subir escaleras).
Los mayores beneficios se han observado cuando se realiza una combinación de ambos.
Salud cardiovascular y rendimiento deportivo
Toda sesión de entrenamiento, sea aeróbica o de resistencia, debería contar con 3 fases específicas.
- Fase inicial de calentamiento que permita el movimiento articular y muscular y predisponga al aparato cardiovascular para el esfuerzo físico que vendrá a continuación.
- Seguidamente, el período de ejercicio propiamente dicho que variará en intensidad y duración en función del tipo de actividad que se lleve a cabo, así como del estado físico del individuo.
- Y por último, una fase de recuperación que busca devolver al cuerpo a su estado de reposo a través de movimientos coordinados y estiramientos que prevengan la aparición de lesiones musculares y permitan reducir progresivamente las distintas variables corporales que aumentan habitualmente con el esfuerzo (como la tensión arterial, la frecuencia cardíaca y respiratoria).
La Organización Mundial de la Salud recomienda un mínimo de 150 a 300 min de ejercicio de intensidad moderada o 75 a 150 min de ejercicio de alta intensidad por semana, aunque se ha visto igualmente que tiempos menores de actividad física habitual continúan ejerciendo efectos beneficiosos para la salud. De hecho, un análisis de más de 15 estudios a nivel poblacional demostró que con tan solo superar un umbral de 4.000 pasos al día se conseguían reducciones significativas en la mortalidad.
La práctica de ejercicio físico conlleva una serie de cambios en el cuerpo que son necesarios para hacer frente al aumento de las necesidades metabólicas del organismo. Estos incluyen un incremento en la frecuencia cardíaca y en la presión arterial, que se asocian a un aumento en el volumen de sangre que expulsa el corazón con cada latido. A su vez, los pulmones aumentan el trabajo ventilatorio y la frecuencia respiratoria para mejorar el intercambio de gases. De manera que se incrementa la disponibilidad de oxígeno en sangre y se elimina el exceso de dióxido de carbono producido.
La circulación sanguínea, por su parte, también sufre modificaciones, generando vasodilatación de las arterias para permitir aumentar la llegada de sangre a órganos vitales como corazón y cerebro, así como a los grupos musculares involucrados en el ejercicio, y, por otro lado, reduce el flujo hacia otros órganos que no participan activamente del esfuerzo como lo es el aparato digestivo.
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Qué debes tener en cuenta si vas a iniciarte en la práctica deportiva
Es importante tener presente que el ejercicio físico también puede producir la aparición de síntomas en el caso de pacientes con distintas cardiopatías no conocidas, así como provocar ciertas alteraciones a nivel cardiovascular que es importante diferenciar de algunas enfermedades cardíacas. Por ello, y especialmente en personas sedentarias que quieran iniciarse en la práctica deportiva, siempre se recomienda realizar una consulta médica previo a realizar ejercicio físico.
Ejercicio físico y salud cardiovascular
En algunas ocasiones, la práctica de deporte puede asociarse a un crecimiento importante en el grosor del corazón, conocido como hipertrofia ventricular, que resulta de una adaptación cardíaca al trabajo físico, y que habitualmente retrógrada al suspender la actividad.
Por otro lado, están descritas otras alteraciones como la dilatación de cavidades cardíacas o la aparición de cicatrices en forma de fibrosis, aunque hay que destacar que su significado sigue siendo incierto y de ninguna manera se equiparan a los múltiples beneficios que produce la realización de ejercicio físico.
A largo plazo, la actividad deportiva induce una serie de cambios adaptativos tanto en el corazón como en el resto del organismo que producen efectos beneficios duraderos sobre la salud cardiovascular, mejoran el rendimiento deportivo y generan consecuencias protectoras frente a distintas enfermedades.
La práctica de ejercicio físico en forma regular ha demostrado un impacto positivo a nivel del control de todos los factores de riesgo para el desarrollo de enfermedad cardiovascular, como lo son la hipertensión arterial, la resistencia a la insulina, la diabetes, la dislipemia y la obesidad, entre otros. Actúa a distintos niveles promoviendo mecanismos de reducción del estrés oxidativo y de la inflamación, que son responsables del daño celular y predisponen a la aparición de la aterosclerosis, es decir, el proceso por el que se depositan placas de colesterol en las arterias de los principales órganos del cuerpo que pueden dar lugar eventualmente al infarto de miocardio y los accidentes vasculares cerebrales. Al mismo tiempo, la actividad física permite incrementar el flujo sanguíneo coronario, mejorando así la irrigación cardíaca, y se ha demostrado que reduce los episodios de descompensación en pacientes con insuficiencia cardíaca y mejora su pronóstico global.
Más allá del corazón
De igual manera, la actividad física no tiene beneficios exclusivamente sobre la salud cardiovascular, sino que produce además efectos positivos sobre otros órganos y enfermedades. Se ha observado que la práctica deportiva conlleva una disminución en la tasa de numerosos cánceres, como lo son el de pulmón, mama, colon y muchos más.
En cuanto a su efecto sobre el estado de ánimo y las enfermedades psiquiátricas, un estilo de vida activo reduce los episodios de estrés, ansiedad y depresión, favorece un mejor descanso nocturno y se ha advertido que disminuye el riesgo de padecer demencia y enfermedades neurodegenerativas en el futuro.
Todos estos resultados producen asimismo un impacto beneficioso a nivel económico, gracias a la reducción del gasto en salud pública, acortando el tiempo de ausentismo y mejorando así el rendimiento laboral.
De esta forma, el ejercicio físico consigue mejoras sustanciales no solo a nivel de la calidad de vida de las personas que lo practican, sino que también disminuye significativamente la mortalidad en la población general, de esta forma permitiendo vivir más años y en mejor estado.