Soler Insa Pere Antoni
Tal como se define en la CIE-10 Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS), el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) se caracteriza por pensamientos obsesivos o actos compulsivos recurrentes.
Los pensamientos obsesivos son ideas, imágenes o impulsos mentales que irrumpen repetitivamente en la actividad mental del individuo, provocando en el que los padece un intento de resistirse a ellos. Sin embargo, son percibidos como pensamientos propios, a pesar de que son involuntarios y a menudo repulsivos.
Las compulsiones son, por su parte, formas de conducta ritualizadas o actos mentales (compulsiones mentales) que se repiten una y otra vez. Para el enfermo tienen la función de prevenir que tenga lugar algún hecho objetivamente improbable. Suelen tratarse de rituales para conjurar el hecho de que uno mismo reciba daño de alguien o pueda producírselo a otros. En definitiva, suele tratarse de actos dirigidos a disminuir la ansiedad provocada por los pensamientos obsesivos. Generalmente estos comportamientos son reconocidos por el enfermo como carentes de sentido o eficacia, por lo que frecuentemente realiza reiterados intentos para resistirse a ellos.
Aunque la temática de las obsesiones/compulsiones es muy amplia y se han organizado en diferentes formas clínicas, se pueden agrupar en los siguientes subtipos: 1) obsesiones de contaminación y compulsiones de limpieza; 2) obsesiones y compulsiones de recolección y acumulación; 3) obsesiones y compulsiones de simetría, orden, conteo y organización; 4) obsesiones sobre el daño debido a heridas, violencia, agresiones o desastres naturales y compulsiones relacionadas; 5) obsesiones y compulsiones sexuales y religiosas; y 6) miscelánea de obsesiones y compulsiones.
La prevalencia vida del trastorno obsesivo-compulsivo en las estadísticas clásicas se situaba alrededor del 0.05 %, pero los estudios epidemiológicos más recientes hacen estimaciones mucho más elevadas, alrededor del 1-3%.
El tratamiento es básicamente psicofarmacológico, con fármacos generalmente relacionados con la neurotransmisión serotoninérgica; tratamientos psicológicos de tipo cognitivo-conductual pueden ser útiles para ayudar en el tratamiento. Desde hace años los casos más graves, resistentes a los tratamientos e incapacitantes se pueden tratar mediante neurocirugía.