Soler Insa Pere Antoni
Los trastornos generados por el consumo de bebidas alcohólicas constituyen un importante problema de Salud Pública, con notables repercusiones en el ámbito de la Salud Mental. En general se admite que alrededor del 10% de la población padece algún tipo de trastorno relacionado con el alcohol. La prevalencia a lo largo de la vida del síndrome de dependencia alcohólica se estima superior al 4%. Datos recientes de la Organización Mundial de la Salud sitúan al alcohol como segunda causa de años de vida con discapacidades, con un 6,7% del total y tan sólo por detrás del tabaco. Cuando se contempla tanto el daño al individuo como el daño a terceros, el alcohol es la droga más perjudicial existente en nuestra sociedad.
A nivel europeo está consolidándose una tendencia a la unificación de los patrones de consumo alcohólico. En el caso de España ello comporta cambios en el tipo de bebidas alcohólicas consumidas y un incremento de los consumos masivos, concentrados en períodos concretos de tiempo. Así, ha aumentado el consumo de cerveza en detrimento del vino. Se ha producido también una concentración de consumos en el fin de semana, especialmente en los grupos de población más jóvenes, conocido popularmente como ‘botellón’. Estos nuevos patrones de consumo comportan a su vez modificaciones en el tipo de patología prevalente. Los consumos de fin de semana se asocian a una mayor frecuencia de patología conductual: intoxicaciones alcohólicas agudas, embriagueces atípicas y otros consumos. Mención especial merece la influencia del alcohol en temas como la accidentabilidad y la violencia doméstica.
A pesar de la relevancia epidemiológica de los trastornos relacionados con el alcohol, persiste en el ámbito de la Medicina en general, y en el de la Psiquiatría en particular, una marcada tendencia a infradiagnosticar este tipo de trastornos. Además, solo uno de cada cuatro personas con dependencia alcohólica solicitará tratamiento a lo largo de su vida (Ref: NESARC) . El hecho de que tanto el síndrome de dependencia alcohólica como los consumos de riesgo pueden precipitar o agravar múltiples trastornos psiquiátricos, así como dificultar su correcto tratamiento, hace imprescindible promover una mayor sensibilidad en los profesionales frente a los problemas derivados del consumo de bebidas alcohólicas. Finalmente, conviene señalar que entre los pacientes que solicitan tratamiento por otras adicciones, el consumo de alcohol es a menudo un elemento que influye decisivamente en el curso clínico.
El tratamiento de la Dependencia del Alcohol requiere soporte psicológico especializado, a veces terapia grupal, y tratamiento farmacológico; puede ir dirigido (habitualmente es así) a conseguir una abstinencia absoluta o a disminuir la necesidad de consumir bebidas alcohólicas; existen fármacos para ayudar al paciente en ambas opciones.