Rejuvenecimiento facial: Botox

Lo bonito del proceso de envejecimiento facial es que pasamos de la fuerza y vitalidad que expresa el rostro joven a la confianza y credibilidad que reflejan la experiencia vital acumulada y la pérdida de ingenuidad, lo que suele describirse como ''carácter''. La dificultad de la medicina y la cirugía plástica, reconstructiva y estética estriba en lograr un equilibrio óptimo entre estos dos extremos, asegurándose al mismo tiempo de que se ajusta a la edad real del paciente.


Aunque no resulte evidente a primera vista, el rostro humano está controlado por 43 músculos diferentes. La mayoría de ellos están directamente unidos a la piel e inervados por un único nervio denominado nervio facial. Sus múltiples ramificaciones permiten la activación selectiva de músculos individuales, solos o en cualquier combinación imaginable. Esto explica el gran número de emociones que somos capaces de comunicar a través de nuestras expresiones faciales y proporciona la explicación básica del viejo adagio «La cara es el espejo del alma».

Además de nuestras emociones, otro motor importante de la actividad de los músculos faciales es la compensación de la pérdida de elasticidad y grosor de nuestra piel, que progresa con el tiempo bajo la influencia de factores intrínsecos (genéticos) y extrínsecos (dieta, luz solar, traumatismos, privación de sueño). Por ejemplo, el envejecimiento puede provocar la flacidez de la piel alrededor de los ojos, lo que puede inducir una sobreactivación de la musculatura de la frente para disminuir la obstrucción resultante de nuestro campo visual. Nuestras emociones, el envejecimiento y la actividad compensatoria son los tres factores que se combinan para determinar la actividad relativa de nuestros músculos faciales en las distintas partes de la piel del rostro. El resultado es que las distintas zonas de la piel del rostro están sometidas a diferentes grados de fuerza de tracción en diferentes momentos.

Tanto la cantidad como la dirección de la fuerza de tracción acumulada a lo largo del tiempo son los principales determinantes de la localización y profundidad de los pliegues cutáneos en el rostro humano. Estos pliegues cutáneos dinámicos se definen porque su prominencia depende de la actividad del músculo subyacente. En cambio, la activación muscular no influye significativamente en los pliegues cutáneos estáticos, que suelen ser más finos. Desde una perspectiva estética, los pliegues dinámicos de la piel son los que dan carácter a nuestro rostro, pues comunican nuestro estado emocional y nuestra historia al público que nos rodea. Aunque esto puede ser una baza muy importante en la interacción humana, también puede afectar negativamente a nuestro bienestar si nuestro rostro comunica emociones que nos gustaría guardarnos para nosotros mismos, o información relativa a nuestra edad, que a todos nos puede gustar disimular en un grado variable en diferentes momentos.

El BOTOX (Toxina Botulínica) es un agente natural que disminuye la activación de los músculos de forma temporal (~ 3 – 6 meses) y completamente reversible. Esta característica la hace enormemente eficaz para modular el equilibrio emocional y la historia expresada por nuestros músculos faciales. Sin embargo, este equilibrio es muy precario, y se requiere una gran habilidad y conocimientos farmacéuticos y anatómicos para depositar adecuadamente las cantidades correctas de BOTOX en los músculos correctos, con el fin de obtener el equilibrio óptimo y altamente variable para cada paciente individual. En los últimos años, la disponibilidad del tratamiento con BOTOX se ha disparado, con una gran variedad de profesionales que ofrecen distintos tipos de tratamientos que pueden variar significativamente en eficacia, tasa de complicaciones, precio y satisfacción del paciente. En ANDSURGEONS, nos esforzamos por optimizar la calidad de los tratamientos con BOTOX asegurándonos de que su procedimiento sólo sea realizado por cirujanos plásticos faciales. Esto significa que puede estar seguro de que su médico tiene los conocimientos anatómicos, médicos y farmacéuticos necesarios, así como la experiencia y los conocimientos quirúrgicos prácticos para aconsejarle, tratarle y seguirle, y ocuparse de los problemas posteriores al tratamiento en caso de que surjan.