Nadal Sánchez Albert
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¿Qué es la fibromialgia?
Bajo este término se agrupan una serie de síntomas que proporcionan una gran sensación de malestar al paciente. Hasta el momento actual no se ha encontrado ninguna causa ni ninguna lesión característica de este trastorno que nos permita hablar de él como una enfermedad bien definida. Probablemente estamos refiriéndonos más a un estado de la persona que a una enfermedad en sí.
Actualmente se están diagnosticando muchas fibromialgias que son otras cosas y se le está dando una dimensión exagerada que conviene puntualizar y situar en su justo punto. Debemos tratar a cada paciente individualmente y ayudarle a superar su problema analizando con detalle cuáles son las causas de sus molestias, excluyendo otras enfermedades que pueden provocar síntomas parecidos. Centrar el problema y el posible origen de las molestias será fundamental para conseguir su desaparición o mejoría. Debemos tener en cuenta que las personas expresan de forma distinta un mismo síntoma y que no las podemos tratar a todas de la misma forma.
Por todo ello prefiero no hablar de una enfermedad (de la que se conoce bien poco) y sí de un paciente que lo está pasando mal, a veces mucho. Si para entendernos mejor debemos utilizar el término fibromialgia, bienvenido sea.
- ¿Qué síntomas produce la fibromialgia?
Son dos básicamente: dolor y fatiga. Ambos están producidos por una contractura de la musculatura que aparece de forma espontánea y puede afectar a cualquier músculo del organismo. El dolor puede cambiar de localización o permanecer semanas en un mismo sitio.
También son frecuentes el insomnio o la existencia de un sueño no reparador (no se relaja la musculatura con el descanso nocturno), dolores de cabeza, mareos, sensación de inestabilidad, pitos en los oídos, episodios transitorios de visión borrosa, hormigueos, temblores, rigidez sobre todo al levantarse por la mañana, etc.
No todos los pacientes manifiestan los mismos síntomas ni con la misma intensidad. De ahí la necesidad de individualizar cada caso y de aplicarle las medidas más adecuadas a su trastorno.
- ¿A quién afecta la fibromialgia?
El perfil clásico y el más frecuente, aunque no exclusivo, es el de una mujer de 20 a 50 años de clase media perfeccionista, autoexigente y responsable, con hijos y un trabajo fuera de casa. Todo ello suele ir acompañado de una situación de estrés o de insatisfacción con la propia persona que acaba generando un cuadro de ansiedad más o menos importante y que suele estar siempre presente, aunque a veces cueste de ser reconocido.
- ¿Cómo se diagnostica la fibromialgia?
En este caso más que en cualquier enfermedad es fundamental realizar un interrogatorio detallado. La exploración física pondrá de manifiesto la existencia de unos puntos distribuidos por todo el organismo cuya presión genera dolor.
No hay ninguna prueba ni radiológica ni de laboratorio que muestre una alteración propia de la fibromialgia. De todos modos, ante la sospecha de una fibromialgia debe realizarse un análisis de sangre muy sencillo para descartar otras enfermedades que se pueden confundir fácilmente con ella.
- ¿Es una enfermedad degenerativa?
No. Aunque provoca una gran sensación de impotencia que va aumentando progresivamente con el paso del tiempo si no se diagnostica y empieza a tratarse, hasta el momento actual no ha podido demostrarse ninguna lesión en ninguna articulación ni en ningún músculo que sea irreversible.
Todos los síntomas que produce son reversibles.
- ¿Se puede tratar la fibromialgia?
No sólo puede sino que debe tratarse. Una vez ha sido diagnosticada y se han excluido otras causas o enfermedades, se debe explicar a la paciente y a su entorno lo que le está sucediendo. Muchas veces hay una gran sensación de incomprensión en la familia y en el trabajo que debe ser abordada.
El concepto fundamental que debemos aplicar es el de relajar la musculatura sin aumentar el cansancio que producen ciertos relajantes musculares. Para ello son útiles algunos ansiolíticos y antidepresivos, que son la base del tratamiento farmacológico de la fibromialgia. Además podemos utilizar analgésicos tan potentes como sea necesario, nunca antiinflamatorios. La acupuntura y la osteopatía nos ofrecen un complemento idóneo al tratamiento de estas pacientes, pero en ningún caso podrán sustituir al tratamiento farmacológico.
También, en determinadas pacientes, puede ser útil complementar el tratamiento con el trabajo de un especialista en psicología o, en algunos casos, en psiquiatría.
El concepto fundamental es personalizar el tratamiento en función de las necesidades de cada persona: no existe un tratamiento estándar de la fibromialgia que pueda aplicarse a todas las pacientes.
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