Colomé Calafí María
Muchas personas que sufren problemas nasales no acuden al médico porque confunden los síntomas con un resfriado corriente, o porque se han acostumbrado a respirar mal y no le dan importancia.
La nariz es un órgano muy relacionado con la salud general de las personas y por lo tanto, ante ciertos síntomas, es importante ir al rinólogo, médico especialista en el órgano nasal.
Un diagnóstico a tiempo puede evitar a la persona problemas de salud importantes
La participación de la nariz en la oxigenación es esencial para que las células de nuestro cuerpo puedan cumplir su función específica. Si hay problemas nasales, la oxigenación se altera y, en consecuencia, el funcionamiento del resto del cuerpo.
¿Sufre alguno de los siguientes problemas nasales?
Los ronquidos son los movimientos de vibración a diferentes niveles de la vía aérea superior y se asocian a diferentes grados de obstrucción nasal. Una alteración nasal, como una desviación de tabique, hipertrofia de cornetes o pólipos, puede precipitar o agravar un síndrome de apnea-hipoapnea del sueño (SAHS), que es cuando periódicamente el paso del aire queda del todo bloqueado durante unos segundos.
Entre un 20 y un 40% de las persones adultas son roncadores habituales y entre un 2 y un 4% sufren SAHS.
Una de las causas de los ronquidos y las apneas es la relajación de la musculatura de la boca y la garganta, ya sea por falta de tono muscular general cómo por efecto del alcohol o las pastillas para dormir.
Cuando las amígdalas, el paladar o la úvula son especialmente grandes también pueden causar ronquidos, igual que deformidades en la estructura de la nariz.
Las infecciones y las alergias pueden causar ronquidos temporalmente.
Las personas con sobrepeso tienen más riesgo de sufrir ronquidos y apneas.
Los ronquidos y las apneas tienen consecuencias importantes para la salud, como problemas derivados de la falta de descanso (agotamiento, somnolencia diurna, falta de concentración, irritabilidad, depresión, dolor, fatiga crónica, fibromialgia y disfunciones sexuales). La falta de descanso afecta también a las personas que conviven con el afectado, de forma que roncar genera problemas de convivencia que pueden llegar a ser muy serios.
Por otro lado, se ha visto que los ronquidos simples no son benignos como se creía, pues aumentan el riesgo de síndrome metabólico, accidente vascular cerebral y enfermedad coronaria. En los ronquidos intensos, hay un aumento de mortalidad por cualquier causa.
Dada la posible progresión de los ronquidos hacia el SAHS, hay que actuar precozmente para evitar estas complicaciones graves.
El diagnóstico de los ronquidos y la apnea requiere una mirada global de la persona, porque los síntomas son comunes a otras patologías. Aparte de una exploración otorrinolaringológica, a veces hay que hacer otras pruebas complementarias. El diagnóstico permite valorar también el riesgo para la salud que comportan los ronquidos y la apnea.
Los tratamientos variarán en función de cada caso. En algunos casos, hay que recurrir a la cirugía, mientras que en otros la solución puede requerir de una férula de avance mandibular (CPAP), cambiar hábitos alimentarios, dejar de fumar y/o beber alcohol o hacer una reeducación respiratoria. A veces, es muy recomendable seguir un tratamiento con terapias complementarias.
La mucosa nasal y los cornetes tienen un rol crucial a la hora de calentar, limpiar y humidificar el aire, para que llegue en buenas condiciones a los pulmones. Cuando la mucosa nasal y los cornetes se inflaman, hablamos de rinitis. La sinusitis es la inflamación de la mucosa de los senos, que son unas cavidades de resonancia situadas alrededor de la nariz. Si la inflamación es exagerada y hay una predisposición genética, se generan los pólipos nasales.
Estas dolencias pueden tener causas muy diversas y, si no se tratan adecuadamente, pueden tener consecuencias importantes para la salud general de las personas, desde malestar general hasta complicaciones craneales.
Los síntomas de la rinitis, la sinusitis y los pólipos se asemejan a los de un resfriado, y mucha gente no se los toma seriamente. Si sufre estos síntomas frecuentemente, es muy importante que vaya al médico:
- Nariz tapada
- Estornudos frecuentes sin causa aparente
- Picor a la mucosa nasal
- Episodios frecuentes de congestión o rinorrea/hidrorinorrea (goteo de nariz)
- Constipados frecuentes y dolor de cabeza
- Sequedad faríngea, tos o síntomas oculares
- Alteraciones del olfato
- Cambio de carácter en relación a estos síntomas
El tratamiento de la patología dependerá mucho las causas que lo originen. La Dra. Colomé estudia cada caso con una mirada global de la persona para asegurar que el diagnóstico es completo y poder llegar a la raíz del problema. Las soluciones pueden ser muy diversas:
- tratamiento farmacológico
- terapias complementarias: cambio de hábitos (evitar alcohol o tabaco, reducir estrés, etc.)
- rehabilitación y reeducación (respiratoria, olfativa, fonatoria)
En algunos casos, las rinitis, la sinusitis y los pólipos requieren una cirugía.
Una obstrucción nasal es un bloqueo del paso del aire por la nariz. Con independencia del tipo de obstrucción, el aire no llega en condiciones óptimas a los pulmones, porque al pasar por la nariz no se ha podido humidificar, calentar ni limpiar adecuadamente.
La Dra. Colomé dirige la Unidad de Obstrucción Nasal del Centro Médico Teknon.
Las causas de una obstrucción nasal pueden ser diversas. Una causa muy frecuente es la desviación del tabique nasal, ya sea congénita o debido a un accidente.
Tumores, rinitis y pólipos nasales también pueden generar obstrucción nasal. Otras causas son el abuso de ciertos medicamentos, alergias, intolerancias alimentarias, alteraciones hormonales o endocrinas, e incluso cambios emocionales como el estrés o la depresión.
Sufrir obstrucción nasal puede tener muchas consecuencias para la salud general, puesto que el cuerpo no se oxigena adecuadamente.
Una obstrucción nasal puede provocar problemas cardiovasculares y respiratorios graves, insuficiencia ventilatoria, disminución del olfato y disfunciones sexuales.
La falta de oxigenación puede causar también fatiga, falta de concentración e irritabilidad.
Cómo que el aire no se filtra correctamente, puede provocar varios problemas otorrinolaringológicos, como faringitis, laringitis, disfonías y tos.
Si sufre alguno de estos síntomas, es probable que tenga una obstrucción nasal, y es importante que acuda al rinólogo.
- dificultad para respirar por la nariz
- nariz y orejas tapadas frecuentemente
- dolor de cabeza y/o dolor facial
- sequedad de boca y de faringe
- sangrados nasales frecuentes
- fatiga general y alteraciones del sueño
- trastornos de olfato o el gusto
- cansancio excesivo al hacer deporte y bajo rendimiento
- cambio de carácter relacionado con estos síntomas
- falta de concentración intelectual
- alteración de la libido
El diagnóstico de una obstrucción nasal se determina con la historia clínica y una fibroendoscopia nasal. Según el caso, es probable que haya que hacer pruebas complementarias (rinomanometría, rinometría acústica, olfatometría, gustometría, TAC, analíticas, etc.).
Un vez claro el diagnóstico, la Dra. Colomé le recomendará el tratamiento más adecuado para su caso, que generalmente consistirá en medicación, y/o un cambio de hábitos. En algunos casos, la obstrucción nasal requiere cirugía y reeducación respiratoria. Las terapias complementarias a menudo son muy efectivas a la hora de tratar la obstrucción nasal.
A menudo, las personas que sufren trastornos en el olfato y el gusto dan poca importancia a sus síntomas. Esto es un error, puesto que el olfato y el gusto tienen un rol importante en nuestras vidas, y su mal funcionamiento puede ser tanto un síntoma como una causa de otros trastornos de salud.
La causa más común de las alteraciones del olfato y el gusto son los procesos alérgicos o catarrales, sean de origen vírico o bacteriano.
Las causas de tipos laborales, como la exposición a determinados productos químicos, como disolventes o insecticidas, vapores, polvo, humo, virus, bacterias, hongos, y algunos medicamentos pueden estar en el origen de los desórdenes en la olfacción.
Los enfermos de cáncer de cabeza o cuello que están expuestos a sesiones de radioterapia pueden experimentar trastornos en el olfato o en el gusto.
La edad, tal como pasa en los órganos de la visión o el oído, también es un factor de disminución de los sentidos del olfato y del gusto.
El tabaco, la contaminación ambiental, y otros hábitos tóxicos como el pegamento y la cocaína, con toda probabilidad, causarán daños a medio plazo y producirán una disminución de las capacidades olfativas y gustativas.
Otras causas de este desorden son los pólipos o tumores de las cavidades nasales, alteraciones estructurales como las dismorfias septales, infecciones de los senos, problemas dentales o cambios hormonales (embarazo, menopausia).
Las alteraciones en el olfato y el gusto pueden indicar la existencia de enfermedades hereditarias o adquiridas como la anosmia selectiva, algunas alteraciones hepáticas, alteraciones inmunológicas, tumores, traumas nasales, la obesidad, la diabetes, la sarcoidosis, la mala nutrición, la afectación del lóbulo temporal, el autismo, o algunas enfermedades degenerativas del sistema nervioso, como las enfermedades de Parkinson o Alzheimer.
Es importante recordar que las alteraciones olfativas pueden ser un primer aviso de un posible tumor cerebral.
Si tiene alguno de estos síntomas, tendría que acudir a un especialista en rinología:
- Percepción debilitada de algunos olores concretos
- Falta de percepción de olores que otras personas perciben
- Percepción de olores desagradables que otra gente no nota
- Predominio del olor de una sustancia concreta por encima de otras
- Percepción errónea de un olor (p.ej. ante un ramo de flores, percibir olor otras cosas)
- Percepción de gustos inexistentes.
- Disminución de la percepción de algunos gustos.
El diagnóstico se determina a partir de la exploración endoscópica de las fosas nasales y otros métodos como el olfatometría, la gustometría, pruebas de diagnóstico por la imagen o exploraciones neurológicas completas.
Los tratamientos variarán en función del diagnóstico y pueden consistir en tratamientos farmacológicos, cambios de hábitos, acompañamiento psicológico y/o terapias complementarias. Algunos casos pueden requerir también cirugía.
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